Los productos químicos tóxicos pueden ser los desencadenantes del reciente aumento de discapacidades del desarrollo neurológico en los niños, como autismo, trastorno de hiperactividad y déficit de atención y dislexia,
según un nuevo estudio de la Escuela de Salud Pública de la Universidad
de Harvard (HSPH, por sus siglas en inglés) y la Escuela de Medicina de
Icahn en Monte Sinaí, ambas instituciones en Estados Unidos.
Los investigadores demandan una nueva estrategia mundial de prevención
para controlar el uso de estas sustancias. «La mayor preocupación es el
elevado número de niños que se ven afectados por daño tóxico para el
desarrollo del cerebro en ausencia de un diagnóstico formal. Sufren
reducida capacidad de atención, retraso en el desarrollo y bajo
rendimiento escolar. Los productos químicos industriales están
emergiendo como posibles causas», destaca el autor del estudio Philippe
Grandjean, profesor adjunto de salud ambiental en la HSPH.
El informe, que se publica en la edición digital de «The Lancet Neurology»,
da seguimiento a una revisión similar realizada por los autores en 2006
que identificó cinco productos químicos industriales como «neurotóxicos
para el desarrollo» o sustancias químicas que pueden causar déficits
cerebrales. El nuevo trabajo ofrece resultados actualizados sobre los
productos químicos y añade información sobre seis recién reconocidos: manganeso, fluoruro, clorpirifós y DDT (pesticidas), tetracloroetileno (un disolvente) y los éteres difenil polibromados (retardantes de llama).
El estudio esboza los posibles vínculos entre estos neurotóxicos
recientemente reconocidos y los efectos negativos para la salud en los
niños. Por ejemplo, alerta de que el manganeso se asocia con disminución de la función intelectual
y alteración de las habilidades motoras; los disolventes están
vinculados a la hiperactividad y el comportamiento agresivo y ciertos
tipos de pesticidas pueden causar retrasos cognitivos.
Grandjean y el coautor Philip Landrigan, decano de Salud Global en Monte
Sinaí, también prevé que muchos más productos químicos que la docena
identificada o los identificados como neurotóxicos contribuyen a una «pandemia silenciosa»
de déficits neuroconductuales que está erosionando la inteligencia,
alterando los comportamientos y dañando a las sociedades. Según estos
científicos, el control de esta pandemia es difícil debido a la escasez
de datos para orientar la prevención y la enorme cantidad de pruebas
necesarias para la regulación gubernamental.
«Muy pocos productos químicos han sido regulados como consecuencia de su
neurotoxicidad en el desarrollo», escriben los autores del trabajo.
Estos investigadores consideran crucial controlar el uso de estos productos químicos para proteger el desarrollo del cerebro de los niños en
todo el mundo. En concreto, proponen pruebas obligatorias de productos
químicos industriales y la creación de un nuevo centro de intercambio
internacional para evaluar el potencial neurotóxico para el desarrollo
de los niños de los productos químicos industriales.
«El problema es de alcance internacional y la solución debe de ser
también internacional», afirma Grandjean. «Contamos con los métodos
establecidos para poner a prueba los efectos nocivos de los productos
químicos industriales sobre el desarrollo del cerebro de los niños.
Ahora es el momento de hacer que las pruebas sean obligatorias»,
concluye.
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