sábado, 10 de agosto de 2013

BEBÉS DESCALZOS, NIÑOS INTELIGENTES

Es de todos los padres conocida la intensa afición que presentan los niños por ir descalzos. Ya desde bebés se afanan en quitarse los calcetines, patucos o zapatitos para chupar con fruición sus pies y a medida que van creciendo y según llegan a casa de la calle, los zapatos son abandonados en el primer lugar posible para gozar en las plantas de sus pies de una multitud de estímulos. Casi con idéntico empeño del que manifiestan los niños en descalzarse la mayoría de los progenitores invierten considerables dosis de energía y tiempo instando a los niños a ponerse los zapatos (o zapatillas de andar por casa) como hábito de decoro y prevención de enfermedades.

Pues bien, tamaña afición infantil tiene su base científica y es que la planta del pie es un receptor sensitivo importantísimo a partir del cual el niño recoge información del exterior enviándola a su cerebro y madurando una serie de estructuras cerebrales fundamentales para la organización neurológica y para procesos como, por ejemplo, el desarrollo de la atención.


Así, en un estudio realizado por la Profesora de la UCM Isabel Gentil García, que he conocido a través del blog Nacer, Lactar, Amar, se pone de manifiesto la importancia de permitir que los niños vayan descalzos y previene de los riesgos de calzarlos cuando aún no caminan.


“En el niño preandante, la característica principal de esta etapa de desarrollo cognitivo es la superioridad de lo sensorial y lo motor sobre cualquier otro aspecto. A los 7-8 meses, que es cuando los niños manipulan sus pies con las manos o con la boca están aportando un importante estímulo para el desarrollo sensorial. No debemos reprimir la sensibilidad táctil de los pies calzándoles, pues informan del mundo exterior, transmitiendo sensaciones de temperatura, texturas... que favorecen el desarrollo psicomotor del niño, sino cuidar y potenciar la libertad de los movimientos de los dedos y de los pies; a estas edades los dedos, como órgano táctil, se mueven mucho.


En la primera infancia el juego que predomina es un juego motor, jugando con su cuerpo e individual. Juega con sus pies y ello es estimulante del desarrollo, pues permite la maduración del sistema nervioso estimulando la mielinización de las dendritas y favorece el control neuromuscular, el desarrollo intelectual y las habilidades sociales. El movimiento físico del bebé es factor de aceleración de ciertas formas de maduración por el estímulo de mielinización. Es necesario que la planta del pie en el niño se ponga en contacto con superficies irregulares a fin de estimular las sensaciones cinestésicas y los reflejos posturales. El niño necesita el estímulo táctil, de presiones, de irregularidades del terreno para desarrollar la propiocepción, mejorar la posición de articulaciones, reforzar la musculatura.


El calzado denominado preandante o el calzado para el gateo, no tiene justificación para su uso, impide recibir sensaciones, además añade un peso excesivo a los pies impidiendo hacer lo que necesitan, esto es, moverse y además el niño se lesiona al golpearse las piernas con ese calzado. El movimiento de autodefensa que utilizan los niños de descalzarse en cuanto pueden tiene mayor significado que el que aparentemente interpretábamos.

No debemos poner impedimentos al desarrollo propioceptivo, neuromuscular e intelectual del niño encerrando sus pies en un calzado que no necesita, al contrario se deberá estimular a los niños a disfrutar de su cuerpo y de su motricidad con los pies descalzos.”